Waka con viento y tráfico

La estridencia tiene sus ciclos. Aquí nos acostumbramos a todo menos al silencio. He naufragado muchas veces en esta ciudad. Marisma, mar de fondo, marejada tsunami de peseros y coches.
Hay que correr a lo más alto de la banqueta. No importa si tienes el paso o quedas varada en un camellón. Todo es mejor a convertirte en una línea roja sobre el asfalto.
Justicia poética: tomar la calle y volverla contra sí misma.
El océano
rumia en el runrunrun
de los motores.
El rumor del tráfico
es el del oleaje.
Este waka incluye casi un minuto de viento y coches en la esquina de Nuevo León y Campeche: