Bodas espectrales en la tierra del Gran Khan

Leyendo Los Viajes por la tierra de Kublai Khan de Marco Polo, me topé con un pasaje que me dejó asombrada. Tanto, que vale la pena transcribirlo tal cual:
“Mas había olvidado describiros otra sorprendente costumbre. Cuando se encuentran dos hombres, y a uno de ellos se le murió algún hijo, quizá a los cuatro años, o en cualquier momento antes de tener edad para el matrimonio, si el otro tuvo una hija y se le murió también antes de llegar a la edad núbil, casan a los dos muertos cuando el varón hubiese alcanzado la edad de tomar mujer, y le dan esposa -al muchacho muerto, la chica muerta- levantando acta de este matrimonio.
Después el nigromante arroja el acta al fuego y la quema y al ver subir su humareda dicen que les llega a sus hijos, que están en el otro mundo y les anuncia su matrimonio; a partir de ese momento, ambos, en el otro mundo lo saben y se consideran marido y mujer. Entonces celebran grandes bodas y esparcen comida por el suelo, diciendo que es para sus hijos que están en el otro mundo y que la joven esposa y su marido reciben así su parte del festín. Construyen entonces dos imágenes, una con forma de mujer y la otra de varón, y colocándolas en un coche de caballos bellamente adornado las pasean con gran alegría y regocijo por todos los alrededores; y conduciéndolo después junto a una hoguera queman ambas imágenes.
Con grandes plegarias suplican a sus dioses para que el matrimonio sea muy feliz en el otro mundo. Y hacen además dibujos y retratos en papel con forma de ciervos, caballos y otros animales, dibujando también todo tipo de trajes, monedas, muebles, utensilios y todo cuanto sus padres acuerdan entregarles como dote, aunque en realidad no la entregan; y tras quemar todas estas imágenes dicen que sus hijos tienen todos estos bienes en el otro mundo. Una vez hecho esto, todos los parientes de los muertos se consideran aliados, manteniendo este lazo durante el resto de su vida, igual que si sus hijos vivieran en el mundo.”
Mientras leo, me doy cuenta de que estoy siguiendo los pasos de alguien más. Evoco la Eusapia de Italo Calvino, ciudad dual en la que una mitad es espejo de la otra. En el subterráneo viven los muertos y en la superficie los vivos. Y digo que viven los muertos, porque en la Eusapia del inframundo sus habitantes son lo que desean:
“De un año para otro, dicen, la Eusapia de los muertos es irreconocible. Y los vivos, para no ser menos, todo lo que los encapuchados cuentan de las novedades de los muertos también quieren hacerlo. Así la Eusapia de los vivos se ha puesto a copiar su copia subterránea. Dicen que esto no ocurre sólo ahora: en realidad habrían sido los muertos quienes construyeron la Eusapia de arriba a semejanza de su ciudad. Dicen que en las dos ciudades gemelas no hay modo de saber cuáles son los vivos y cuáles los muertos.”
(Italo Calvino, Las ciudades invisibles)
La ciudad y los muertos. Nos mudamos de departamento; a veces cambiamos de ciudad o incluso de país. Pero aún habitando la misma casa toda la vida, saltamos de un cuarto a otro. Nómadas en confinamiento, pero nómadas. Y aunque nos desplazamos constantemente de un territorio a otro (aunque sea tan sólo en nuestra imaginación) no estamos solos. Siempre vamos acompañados por nuestros fantasmas. Y creamos en nuestra mente una ciudad para que ellos la habiten. Y cada año, ésta se transforma. Ciudad inconsciente con ladrillos de ectoplasma que se transmuta según la voluntad de nuestros espectros. Ellos son portavoces de nuestro deseo. Tal vez por eso logran asustarnos aún a plena luz del día.
Huun Huur Tu, música para internarse en este tramo del Libro de las Maravillas:
Aquí pueden descargar Los Viajes de Marco Polo (en inglés).